martes, 31 de marzo de 2015

ENCERRONA DE FANDIÑO. HISTORIA DE UN DELIRIO DE GRANDEZA


A estas alturas y después de aplicar sobre nuestras endebles almas devotas, el tratamiento sanador más concluyente y eficaz, reposo, le llaman, seguimos explorando inútilmente en busca del remedio rehabilitador al desconsuelo padecido durante la tarde de ayer en la plaza de Las Ventas.
Todo estaba orquestado, "atado y bien atado" para el triunfo arrollador de un" titán osado" que desafiaba esos argumentos tan cotidianos como tediosos basados en el trueque interesado bajo/brazo del toro únicamente fabricado para no incordiar o para ser ese pobre reducto de animal bravo, lastimero y agraviado. 


Tachán!, ya lo teníamos!. Surgió la noticia: Fandiño de Orduña iba a vérselas con seis astados de esas ganaderías que tanto escasean por los ruedos tan faltos de esencia eterna, emocionante, pasional y conmovedora.
Cierto es que el acontecimiento nacía con cierta dosis de envenenamiento. Por un lado, una campaña excesivamente divulgada, con mucho de boato y parafernalia virtual, impresa y difundida que algunos sabios aficionados miraban con cierto escepticismo resultado de mucho vivido y más sufrido. Mal debe andar esto de la fiesta de los toros, cuando un torero se encierra con seis toros y  parece que puede hasta estallar la mundial y nos hace acudir hasta con ilusión.
De otra parte, el peligro resultante de un fiasco ganadero que resultaría argumento ineludible para quienes gastan sus días y sus entendederas lamentando la existencia de estos hierros tan "toristas" como "imposibles"... 
Aún así, allí estábamos abarrotando la plaza de Las Ventas, papilas olfativas preparadas y dispuestas para oler a Toro. Ya ven, a pesar de tan descorazonadora coyuntura moderna aplicada a granel, seguimos, incautos de nosotros, moviendo cuerpo y alma tras la búsqueda de ese escanciar que riegue venas de oxígeno reparador e irreemplazable.
Con casi todo a su favor, Fandiño fue recibido con una ovación de esas que no se olvidan fácilmente.  Respetuosos unos, curiosos otros y entregados, los más. Pero poco a poco, quien si demostró frágil memoria, resultó ser el propio Fandiño. 
Lo que otrora aparecía como "cita ineludible con la historia" se convertía, toro a toro, en un paso comprometido por el derrumbe más evidente, falta de recursos, mando y lo peor, mostrando una carencia de interés impúdica.
Ni el "Partido de Resina" que abrió plaza ni el siguiente de "Adolfo Martín", presentaron ni hechuras ni fuerza ni casta. No hubo lucha con el caballo y sí mucho de "cuido" y pegapasismo barato, interminable y monótono. Mal arranque de tarde excesivamente esperanzadora. 
El tercer burel, melocotón de pelaje y Cebada Gago de procedencia, resultó manso en comportamiento de salida y varas, en la muleta enseñó dificultad por el pitón derecho y ese fue su pasaporte directo para que el torero abreviara de forma irrespetuosa y desconsiderada.
Un bello toro de José Escolar, cuarto en orden de lidia, que además de encauzar la atención del aficionado que ya empezaba a dar muestras de abandono, dejó muy a las claras por dónde iban las penurias que el espada no supo ni quiso solventar. Tomó dos varas, la segunda desde el centro del ruedo sin una colocación justa pero entrando al caballo con cierta alegría que no derroche de bravura, auguraba triunfo de los gordos. Esto, si al muy divulgado espada le hubiese dado en un arranque de torería y verdad por templar, mandar, bajar la mano, colocarse para torear en algún muletazo. No fue así, y nos brindó una secuencia tras otra de enganchones que abrieron como si de un siete se tratase, la caja de Pandora que ya se sabe, contenía todos los males del mundo, en este caso, el de Fandiño, más aún tras despedir entre aplausos a un toro que mereció mucho y mejor.
Y así continúo, apático, desinteresado tanto en la lidia como en esos detalles que tanto nos gusta paladear, nulo en cuanto a variedad, arrojo, entrega, en la apuesta que nos vendió de órdago y se quedó en farol destapando trampas hasta en la suerte suprema que fue toda la tarde un derroche de deslealtad innoble. 
No hubo piedad para el "Adolfo" sobrero que sustituyó a un Victorino codicioso en varas pero tristemente malogrado en muy interesante pelea con el caballo.
No hubo clemencia para un toro muy justo de presencia pero muy aprovechable en cuanto a comportamiento.
Otro que mandaba el de Ortuña al desolladero sin ni siquiera plantarle cara ni por asomo. Desertó al más puro estilo arrogante e insolente, no sólo era falta de ganas por estar, lo peor es que tampoco quiso ser...

Otra oportunidad le ofreció el Palha,  que cerraba la tarde pero ya era demasiado tarde para el rescate. El torero había desaparecido y el desconcierto tomó el mando. Carreras, descomposición,  impasibilidad y apatía inmerecida tanto para su oponente como para el aficionado que desalojaba la plaza entre apesadumbrado y chulescamente timado por quien quiso hacer historia a golpe de fascinación envuelta en humo pesado e irrespirable.

Fuente.- Gloria Cantero. Colaboradora de la Región de Murcia para De Catafalco y Oro.


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