(23/XI/1887 - 14/X/1964)
"...El
pasodoble "Suspiros de España" esta primavera ha sonado con respetuosa
unción en la plaza de toros de Sevilla, como en los tiempos en que usted
vestía de luces, lo mismo que cuando lo han hecho sus hijos que ahora
le acompañan en el Cielo. La vida, y su símbolo el toreo, se nos pasa en
un suspiro. Alguna vez ha sonado el mismo pasodoble en honor de su
nieto Miguel, hijo de Ángel Luis..."
CARTA AL "PAPA NEGRO"
Por
Fernando Claramunt López,
Presidente del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida.
Madrid, 14 de junio del año 2012.
Muy respetado y querido Don Manuel, admirado "Papa Negro" cabeza del noble linaje de los Mejias "Bienvenida" :
Sé que , por fortuna, hasta su tertulia de los espacios celestiales no
llegan los ecos del vocerío infernal que a estas horas se congrega en lo
que queda de nuestra España para gritar de vez en cuando una palabra
que no ha nacido en nuestra patria: "Gol" .
Los hijos de la Gran Bretaña dicen o escriben "goal" con el significado
de meta, objetivo, porteria o alguna cosa más. Una palabra que usted,
bien hablado, caballero español, católico a carta cabal, nunca osó
pronunciar. Creo que sólo una vez pisó, de mala gana, llevado por un
hijo suyo, un estadio de fútbol. Existe gente, muchos pero no todos los
españoles, gracias a Dios, gente, vulgo, tal vez el vulgacho, tan
aborrecido por Baltasar Gracián, que se congrega en grandes masas
con motivo de esa intoxicación colectiva que tanto potencian los
gobernantes. Quieren obtener y obtienen estados de embriaguez y
aturdimiento de las funciones más nobles del pensamiento. Ya sabe usted
que el actual opio de los pueblos no es, como pretendió Karl Marx,
nuestra Santa Religión, ni las otras religiones no verdaderas, sino el fútbol, un palabro muy poco español.
Algunos, quizá demasiados, compatriotas nuestros se dejan arrastrar por
lo que hoy les mandan creer y gritar. Se sienten representados por ese
conjunto de individuos que corren en calzoncillos tras una pelota. No
conformes con ello, se autodenoinan "fans" y usan trapos arrugados con
los colores de nuestra bandera para cubrir sus partes pudendas y el
resto del cuerpo a modo de chubasquero, gabardina o, con perdón,
taparrabos. Nunca se nos hubiera ocurrido hacerlo a usted ni a mí. Hemos
tenido el honor de hacer el Servicio Militar y besar la sagrada bandera
en el momento solemne de la Jura. Usted y yo tenemos otro concepto de
los símbolos de nuestra Patria. En los tiempos que corren, si decimos
"Patria", bastantes fruncen el ceño y sueltan alguna expresión obscena o malsonante.
El pasodoble "Suspiros de España" esta primavera ha sonado con
respetuosa unción en la plaza de toros de Sevilla, como en los tiempos
en que usted vestía de luces, lo mismo que cuando lo han hecho sus hijos
que ahora le acompañan en el Cielo. La vida, y su símbolo el toreo, se
nos pasa en un suspiro. Alguna vez ha sonado el mismo pasodoble en honor
de su nieto Miguel, hijo de Ángel Luis.
Con este Miguel, su nieto, he visto salir a toda prisa un tropel
de gente. Han abandonado la tertulia para llegar a tiempo de ver la
retransmisión de un partido de futbol contra otro país, quizás Polonia,
mejor que Irlanda, lugar que los ingleses consideran habitado por gentes
de ultramar. Polonia es nación de refinada cultura. ¿Desearían la
derrota de España como energúmenos? No puedo imaginar tal cosa. He
vivido entre ellos. No pierden la compostura cuando brindan como
aristócratas de verdad con su copa de wodka. En España vienen a los
toros bien vestidos y muestran su buena educación en todas partes. Aman
tanto la música que les encantará escuchar "Suspiros de España".
Quizás los de este año sean los últimos que broten del alma española. El
suspiro, por demasiado fino, se sustituye en las masas falsamente
deportivas por el vulgar regüeldo sanchopancesco, el eructo y quizás por
las nauseabundas ventosidades que ofendían tanto a la nariz de Quevedo.
Y no porque debido al fútbol y a los politicos se acerque el fin de las
corridas de toros, el fin que me pronostícó un indocumentado hace pocos
días. La Fiesta sigue y seguirá. Es un regalo de dioses primigenios que
vivieron en las playas y en los montes mediterráneos. Se morirán los
indocumentados y la Fiesta seguirá. Lo que puede acabar pronto, si no se
acabó ya. es España. Al menos la España en que había señores como usted
y como sus hijos.
Querido y respetado don Manuel Mejías:
Como no nos dejan decir ¡Arriba España! diremos al menos ¡Viva España" y ¡Viva nuestra Fiesta Nacional!
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