Ya lo dije y no me canso de decir lo mismo, describir el campo bravo es ardua tarea, bien es verdad, pero si además se está rodeado entre maestros como Alfonso Oliva Soto o José Antonio Carretero, es casi imposible.
Muchos
aficionados prácticos pensamos que ponerse delante de una becerra y dar unos
muletazos (aunque no digo que para nosotros sea en muchas ocasiones el culmen
de satisfacción) jamás podemos pensar que sabemos torear; pues son muchos los
factores que hay que reunir para desarrollar una faena en la que se nos pueda
dar al menos un notable; personalmente creo que con un aprobado raso como suele
decirse me encuentre satisfecho, pues la dificultad de hilvanar una tanda perfecta
con un remate que valga la pena es lo más difícil del mundo.
Como
he dicho, muchos son los factores que hay que tener en cuenta; en primer lugar aun
siendo algo que ya hallamos visto del maestro que ha tentado la becerra, su
manera de comportarse ante la muleta; hay después muchos más factores a tener
en cuenta, distancia, colocación, espera, despaciosidad al ejecutar el muletazo
para tener buenos finales; y sobre todo y muy importante, componer la figura
para que todo sea armonioso y vistoso para cualquier aficionado que esté presenciando
el tentadero.
Muchos años son ya los que llevo en esta casa ganadera, la de los Herederos de D. Gregorio Garzón Valdenebro; y a pesar de ser un encaste de los preferidos de las figuras, Núñez del Cuvillo, no cabe duda que si no se les hace las cosas bien hechas, poco tardan en descubrir a quien se pone delante exigiendo que se les haga las cosas bien en todo momento, de ahí la dificultad para cualquier aficionado práctico a realizar como he mencionado, la faena de notable; porque no olvidemos, una cosa es torear y otra muy distinta como es mi caso, pegar pases a derecha e izquierdas a una becerra que por su nobleza te permita hacerlo sin más, pero como digo, eso está años luz de lo que es TOREAR.
Personalmente
y debido a mi edad, más de 60 primaveras, la asimilación de ver hacer bien las
cosas a los maestros ya resulta difícil, no sin en cambio resulta todo lo
contrario para los chavales que en esta casa tienen la oportunidad de poder
medirse ante las becerras tras finalizar la faena el maestro de turno; este es
el caso del novillero linarense Jesús Llobregat, un novillero con futuro al
cual le ha servido muy mucho para su preparación poder asistir a los tentaderos
de D. Iñigo Garzón.
De
lo que he comentado aquí os dejo una muestra de ello y vemos al maestro Oliva
Soto en un tentadero el cual tuvimos la suerte de asistir y presenciar una
auténtica tarde de toros donde todos los presentes, novilleros y aficionados,
pudimos apreciar el toreo en estado puro, la preparación el torero, la
colocación, la mentalización, hacer la cosas muy despacio, con calidad, sentimiento
y sobre todo con respeto a las reses, algo que se lleva innato en la persona,
si no se tiene, es algo que no se puede ni aprender y mucho menos ejecutar.
No
soy ningún maestro, faltaría más, sería una falta de respeto tanto al señor
ganadero como a los maestros que realizar esta bonita e importante tarea
campera; pero si diré y creo estaremos de acuerdo que las imágenes ofrecidas
demuestran mi conclusión en cuanto a las distintas clases de ejecutar el toreo
o más bien diría, de ponerse delante de una res.
No os canso más amigos, como dice el refrán, una imágen vale más que mil palabras; así que aquí os dejo que disfrutéis de estas bonitas instantáneas de unos toreros, presente y futuro de nuestra Fiesta, la inigualable, la singular, la única y la que hace que hombres muy elegidos puedan atesorar la profesión más bonita del mundo.
Un saludo a todos.