Este post va dedicado a todos esos amigos míos que
me entienden porque han probado suerte y al ver acertadamente el duro camino y
otras razones en las que no quiero entrar, se con toda certeza que me
comprenden perfectamente, prefiriendo obviar el hablar de los motivos.
En cierta ocasión escuché decir a una figura del
toreo que se podía ser y sentirse torero desde el Tendido. Con el tiempo he
podido comprobar que el maestro tenía toda la razón en sus palabras.
Yendo al grano directamente y sin preámbulos, diré que
esas palabras en la actualidad deberían de asimilarlas muchos chavales que por
varios motivos los cuales obviaré para no herir sensibilidades, juegan a ser toreros
cuando en realidad jamás alcanzarán esa difícil meta.
Quejarse de alguna crítica hecha respecto a sus
actuaciones o decir que todo aquel que escribe u opina del mundo del toro
debiera ponerse delante de alguna res, es algo que un torero, por muy
principiante que sea, si en realidad es torero, sobran esos comentarios, pero
bueno, ya sabemos en la actualidad el cambio que ha dado el toreo en muchos
aspectos y claro, no hay que asustarse de lo relatado, mucho menos cuando los
comentarios puedan venir de quienes que como he dicho con anterioridad no
alcanzarán esa difícil meta.
Algunos de estos “toreros” debieran haber estado
presentes en cierta ocasión cuando en una Plaza de Toros de grandes éxitos y
cartelería, poco a poco convertida entre unos y otros en Plaza de Talanqueras,
escuché las quejas de un grandísimo aficionado en cuanto al trapío del encierro
que se iba a lidiar por la tarde después de ver la corrida en los corrales.
En ese momento se cruzaba el empresario el cual al
escuchar las palabras del referido aficionado, le dijo: “Póngase usted delante
de esos toros”; a lo que el aficionado raudo y sin pensárselo un segundo
contestó: Oiga usted, yo donde me tengo que poner es delante sí, pero de la
taquilla; de los toros, quien tiene que ponerse delante es el torero, pero
vuelvo a repetir por si usted no se ha enterado, delante de toros, no de lo que
hay apartado en los corrales.
Dicho empresario, el cual por respeto obviaré el
nombre, marchó del lugar como suele decirse: “con el rabo entre las patas”.
Claro y brillante ejemplo de lo comentado, solo que
desde el terreno de la honradez es quien en su día intentara recorrer ese
difícil camino y se apartara por varias motivos; es el caso del novillero Pepe
Biedma, un chaval que a pesar de su afición, su honradez y sobre todo la poca
ayuda prestada en Escuelas Taurinas -mejor no hablar de algunas de estas
instituciones- luchó intentando salir adelante y en su justo momento decidir
fría y valientemente dejar el camino emprendido cuando tenía muchísimas más
posibilidades que otros muchos.
El amigo Pepe Viedma sepan ustedes que a pesar de
haber dejado ese camino, es torero, se siente torero y sabe vivir en torero,
porque como ya dije en uno de mis torpes artículos, se puede ser torero sin
vestir el “chispeante”, claro que sí, porque una de las bases fundamentales
para ello es respetar al toro y por encima de todo respetar al torero y tanto Pepe
como su familia sigue y seguirá respetando a quien le ayudó; sigue y seguirá
llamando “maestro” a quien con tantas tardes compartió capote, muleta y
carretón en aquellos tiempos de sueños ya dejados casi en el olvido y, digo
casi, porque esos sueños jamás se olvidan.
Aquí no vale quejarse de la opinión de la prensa
profesional, no vale quejarse de la opinión de la afición, se ponga o no se
ponga delante de res alguna; aquí el único Juez Supremo es el Toro, es el único
que da, quita y te pone en tu sitio, las quejas hay que plasmarlas en las Hojas
de Reclamaciones Oficiales, en el Toro no sirven para nada, aquí hay que
apretarse los machos y callar, callar y callar; y cuando se alcanza esa
oportunidad tan ansiada, demostrar lo que uno es y; eso solo se consigue a base
de sacrificio, tesón, humildad, nobleza y por encima de todo, con muchísima
afición.
Por eso hoy personalmente y siguiendo como he hecho
toda mi vida con esto del toro que no es otra cosa que “jugar a ser torero”,
quiero auto-criticarme por una pésima tarde, tarde debida al poco entrenamiento
a pesar de poder hacerlo diariamente con un grandioso torero, al poco cuidado dietético,
a la poca dedicación y porque no decirlo, a la edad que ya no va perdonando y
solo te permite estirarte cuando sale esa becerra llamada “la tonta del bote”
que te permite sentirte como el más grande. Pero si diré algo, a pesar de todo
esto seguiré intentando dar un muletazo mientras me mantenga en pie, por respeto
a quienes me enseñaron a coger una muleta, por quienes me inculcaron esta
afición, por quienes me enseñaron el respeto que hay que tener tanto al toro como
a los profesionales de esta bonita disciplina artística que no oficio ni
profesión como llaman algunos, por todos ellos, por mi buen amigo Pepe Viedma
que decidió tomar con mucho orgullo acertadamente ese camino que yo hace cuarenta
años ni tan si quiera inicié y; porque aunque no profesionalmente se ejerza de “plumilla” hay
que hacerlo con verdad y honestidad, aquí tenéis una tarde donde a pesar de
haber salido de dos a tres personas por delante a la misma vaca -ya que un grandioso
maestro me enseñó a dejar primero a quienes intentan ser toreros- no se ven
las cosas claras, pero tampoco se deja de soñar aunque después de esto se pase un día dolorido, pero también pensando en que pronto llegue la nueva ocasión de ponerse delante.