SEVILLA, 8 DE ABRIL DE 2016. TOROS DE
VICTORIANO DEL RIO PARA MORANTE DE LA PUEBLA, EL JULI Y MIGUEL ÁNGEL PERERA
CAMBIO DE RUMBO
Hasta
la tarde de hoy el tedio y aburrimiento tenían protagonismo en demasía en las
corridas lidiadas, en parte, la mayoría de los festejos, por el pésimo juego
del ganado, en parte por el mediocre proceder de los lidiadores, pero esta
tarde asistimos a un cambio de rumbo en esta feria taurina.
Sin
ser nada del otro mundo el comportamiento de los toros de Victoriano del Rio,
es cierto que se movieron planteando en ocasiones problemas derivados de la
casta y en otras, embestidas dulces, amables y de escasa fuerza.
Administraron
la lidia de este bien presentado sin estridencia encierro, un cartel de toreros
que sacando del esportón buena dosis de entrega, técnica y arte, nos hicieron
pasar dos horas cuarenta minutos disfrutando todo lo que días antes nos faltó.
En
Sevilla no pedimos el toro que asusta, ni por supuesto el toro sin rematar de
tardes anteriores. Este encierro de Victoriano del Rio, igualado, mostraba
remate y armonía en cuanto a trapío y suficiente movilidad con cierto picante,
a veces, que trasladaba a los tendidos dosis de emoción en consonancia con la
labor de los toreros.
El
arte fue de Morante. Su tauromaquia no es rotunda, no es completa, pero ni
falta que hace si lancea a su primero de la forma que lo hizo, si administra
unas verónicas de cartel en su primer quite, si templa algunos muletazos de esa
manera, también a su primero y si ejecuta una media verónica en su quite al
tercero, que era para que un artista la plasmara junto a la estatua de Curro
Romero en la puerta de la plaza. Si a todo eso agregamos que Morante estuvo
entregado, dispuesto, hábil, despejado, gallardo, favorable, hasta llegar a no importarle
los avisos, con tal de seguir entregado en completo éxtasis a su arte
inigualable.
Julián
Lopez, a su primer toro que embestía como un carretón de entrenamiento, lo
toreó tal cual, recreándose, despacio, manos bajas, templando y matando de estocada
entera que le valió una oreja.
Salió
dispuesto a portagayola con su segundo. El toro se duerme en el caballo durante
los dos puyazos, Cuesta un mundo sacarlo. En la muleta aparece el Juli poderoso
de técnica y mando, pero escaso de alma y más tras torear después de Morante,
así que ese hándicap no lo supera, escucha un aviso por alargar la faena.
Al
hablar de Perera, hay que referir a Celoso, nombre del tercero de la tarde que
le tocó en suerte. Desde que sale de chiqueros muestra un comportamiento de
bravo, transmite emociones, llega a los engaños de lejos, mete la cara por
ambos pitones, en banderillas colabora para bien con Ambel lidiando y Curro
Javier pareando, que lo hacen a la perfección sonando música en su recuerdo
para el curriculum de ambos. El devenir de Celoso encandilaba al aficionado,
pero Perera inicia la faena de muleta en el tercio, abriendo el compás
demasiado y desplazando para fuera al buen toro. No plantea el torero pelea en
el centro, prefiere el amparo de las rayas y continúa abusando del pico. El
toro, se cansa de esa lidia y le dice a Perera “hasta aquí llegué, me voy a
tablas” y se acabó la esperanza de una lidia grande que al final quedó solo en
ilusión de tarde redonda.
En
el sexto, el extremeño pega pases a un toro que nada trasmite, era el típico
medio toro de hoy.
Reseñar
una vez más que casi todas la varas fueron simuladas y que la música sigue por
su senda triunfalista que flaco favor hace a la verdad de la Fiesta.
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