SEVILLA, 16 DE ABRIL DE 2016. TOROS DE
FUENTE YMBRO PARA FINITO DE CÓRDOBA, JUAN JOSÉ PADILLA Y EL FANDI.
LA MAESTRANZA ENCUMBRA EL TOREO DE
MERCADILLO
Los que piensan y pregonan que la
Maestranza es la catedral del toreo, después de lo presenciado esta tarde ya
pueden apresurarse a rectificar.
El
problema para cambiar el rumbo es que son muchos los responsables y ponerles de
acuerdo no es nada fácil.
La
Junta de Andalucía, responsable administrativa taurina no se implica y se
encuentra adormecida en manos de los taurinos.
Los
taurinos se encuentran felices y contentos con el actual estado de cosas, se
preocupan más del dinero que de ofrecer calidad en los espectáculos.
La
autoridad que dicen se encuentra depositada en aficionados de reconocido
prestigio es una falacia que nadie cree porque ni son aficionados y el prestigio
nunca lo demostraron. El palco de Sevilla es una autentica vergüenza. Aprueban
toros con cierto trapío para las corridas donde no se anuncian figuras y
claudican cuando se acartelan los mandones del escalafón. Conceden orejas con
la mínima exigencia sin tener en cuenta la categoría de la plaza y son
incapaces de aguantar una bronca para recuperar el prestigio perdido del coso.
El
aficionado silente que se marchó hace años a su casa dejó en los tendidos a un
público eventual y festivalero ignorante de las elementales reglas del toreo.
Esta
tarde este público impuso con la anuencia de D. Fernando Fernández-Figueroa,
que si tuviera un ápice de afición debería dimitir de inmediato, que un torero
con su labor bullanguera provocadora del aplauso fácil y total ausencia de
calidad saliera por la Puerta del Príncipe.
Padilla
vino a Sevilla a hacer su toreo de plaza de tercera a sabiendas que si los
toros le respondían obtendría la Puerta del Príncipe de mercadillo para anotar
en su curriculum.
Debe
darle gracias a su banderillero Miguel Peña que en sus dos toros realizó una
labor extraordinaria rematando con múltiples machetazos la muerte y con ello
retrasando el arrastre de los despojos por las mulillas, todo ello para
aumentar la presión que el presidente aficionado de muy reconocido prestigio no
supo aguantar.
El
Fandi intentó conseguir con los mismos mimbres que Padilla el mismo éxito, pero
falló en entrega y decisión en sus faenas. Aún así le fue regalado un trofeo en
su segundo toro tras cobrar una estocada más próxima a la barriga que al
morrillo.
Finito
de Córdoba es torero de arte y ninguno de sus dos toros se prestaba a ese
lucimiento de hondura y calidad que nos tiene acostumbrados. Sus enemigos
descastados y faltos de fuerza no eran apropiados para su tauromaquia. Pasó
desapercibido.
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