XIII PREMIO FÁBULA LITERARIA "VICENTE
ZABALA"
Al Libro
'Joaquín Bernadó, Hilo de seda y oro'
Autor:
Juan González Soto
Gabinete de Prensa del C. T. A. D. B
Madrid, 5 de Mayo de 2015
Madrid, 5 de Mayo de 2015
Un año más el Aula de Tauromaquia "Ángel Luis Bienvenida" del
Teatro "Muñoz Seca" ha acogido el acto de entrega del XIII Premio
Fábula Literaria "Vicente Zabala", que otorga el Círculo
Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida, celebrando una sesión cultural en
torno al autor del libro premiado, Juan González Soto , en
presencia del protagonista de la obra el matador de toros Joaquín Bernadó.
El acto, que fue presentado y moderado por Juan Lamarca que justificó la ausencia de Miguel Mejías "Bienvenida" por hallarse en otro acto en Murcia en representación del Círculo Bienvenida, ofreció un altísimo contenido por las disertaciones sobre la obra titulada "Joaquín Bernadó, hilo de seda y oro", de los ilustres de los intervinientes, el ex alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, presidente durante su amplio mandato por doce años de la escuela de Tauromaquia "Marcial Lalanda" de Madrid, donde Joaquín Bernadó ha desempeñado una encomiable labor como profesor y director de la misma. El catedrático Andrés Amorós, crítico taurino del diario ABC y escritor; Fortunato González Cruz, catedrático de Derecho de la Universidad de loa Andes de Mérida-Venezuela, director y fundador de la Cátedra de Tauromaquia "G. Briceño Ferrini", y presidente del Capítulo Nacional de Venezuela del Círculo T. A. D. Bienvenida; y el doctor Fernando Claramunt, humanista, escritor y presidente del Círculo T. A. D. Bienvenida de España.
Tras la emotiva e interesante intervención de Joaquín Bernadó, haciendo un recorrido por su vida profesional en España y América, el autor del libro, Juan González Soto, recibió el premio consistente en una bella escultura de Mariano Cobo, de manos del presidente Claramunt, y dirigió unas palabras de gratitud al Círculo Bienvenida por la concesión de este galardón, valorando la aportación de los toreros que integraron la estirpe forjada por el Papa Negro, Manuel Mejías "Bienvenida", y dando un apunte de los rasgos de personalidad de Joaquín Bernadó reflejados en su obra a la vez que conjugaba su trayectoria como torero en una larga época reflejada en sus páginas.
El acto, que fue presentado y moderado por Juan Lamarca que justificó la ausencia de Miguel Mejías "Bienvenida" por hallarse en otro acto en Murcia en representación del Círculo Bienvenida, ofreció un altísimo contenido por las disertaciones sobre la obra titulada "Joaquín Bernadó, hilo de seda y oro", de los ilustres de los intervinientes, el ex alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, presidente durante su amplio mandato por doce años de la escuela de Tauromaquia "Marcial Lalanda" de Madrid, donde Joaquín Bernadó ha desempeñado una encomiable labor como profesor y director de la misma. El catedrático Andrés Amorós, crítico taurino del diario ABC y escritor; Fortunato González Cruz, catedrático de Derecho de la Universidad de loa Andes de Mérida-Venezuela, director y fundador de la Cátedra de Tauromaquia "G. Briceño Ferrini", y presidente del Capítulo Nacional de Venezuela del Círculo T. A. D. Bienvenida; y el doctor Fernando Claramunt, humanista, escritor y presidente del Círculo T. A. D. Bienvenida de España.
Tras la emotiva e interesante intervención de Joaquín Bernadó, haciendo un recorrido por su vida profesional en España y América, el autor del libro, Juan González Soto, recibió el premio consistente en una bella escultura de Mariano Cobo, de manos del presidente Claramunt, y dirigió unas palabras de gratitud al Círculo Bienvenida por la concesión de este galardón, valorando la aportación de los toreros que integraron la estirpe forjada por el Papa Negro, Manuel Mejías "Bienvenida", y dando un apunte de los rasgos de personalidad de Joaquín Bernadó reflejados en su obra a la vez que conjugaba su trayectoria como torero en una larga época reflejada en sus páginas.
Tribuna del Aula de Tauromaquia "Ángel Luis
Bienvenida": Fernando Claramunt, José María Álvarez del Manzano, Joaquín
Bernadó, Juan González Soto, Fortunato González, Javier Hurtado y Juan Lamarca
/ Fotografía: Muriel/
Como fiel reflejo del espíritu que reinó en tan brillante acto, y del
análisis por sus intervinientes de la magnífica obra literaria merecedora, sin
duda, del preciado premio, se ofrece a continuación el texto que emanó del buen
criterio y conocimiento de la obra,del periodista del programa "Tendido
Cro" de RTVE, Javier Hurtado:
Joaquín Bernadó
Buenas noches.
Desde la implantación de internet en España, cogí la costumbre de ver los
periódicos de atrás adelante. Una manía debida, quizá, a que las noticias de
portada y su desarrollo, grosso modo las conoces a primera hora de la mañana a
través de la radio y los periódicos digitales. Este libro lo abrí por el final
porque las últimas páginas, al ser más blancas y satinadas, invitaban a hacerlo
e hice un completo repaso de las fotografías que compendian la trayectoria de
Joaquín Bernadó como matador de toros.
Leyendo los pies de foto, en uno de ellos Joaquín aclara que la foto en
cuestión, en la que se le ve dando una verónica a un torazo, está trucada por
el fotógrafo porque, quien realmente lo toreó fue Manolo González. Él, en aquel
momento era un simple novillero sin caballos. La aclaración me recordó algo que
hemos comentado, alguna vez, colegas del periodismo taurino. ¡Cuánto han
contribuido los fotógrafos al éxito de los toreros! Una buena foto entra por
los ojos y crea afición pero, no siempre es fiel reflejo de lo que sucedió en
realidad. Un ‘frame’, un fotograma induce a pensar que el lance o muletazo
fueron buenos y quizá no fue así y, el resto del lance o pase, no valió un
duro.
Continué leyendo el libro de atrás hacia adelante y, en el último capítulo,
titulado “Las sentencias del tiempo” me enteré de lo que piensa Joaquín Bernadó
acerca del toreo en general. De los toreros y del toro. Del de negro dice que
“hoy en día hay un desequilibrio entre bravura y nobleza muy a favor de la
nobleza”. Y opina sobre la diferencia que hay entre torear y lidiar pero todo
lo expresa con respeto porque, aclara, “cada uno lo ve de una manera”. Habla
del miedo de los toreros y reconoce sin ambages que su ídolo y espejo fue Pepín
Martín Vázquez y cuenta muchas más cosas de forma sincera porque las palabras
que plasma Juan González Soto, autor del libro, en esa parte epilogal, no están
trucadas como esa foto de la que hablaba antes sino que están recogidas de
manera literal, al modo en que Joaquín se lo contó y por eso, esos párrafos rezuman
especial sinceridad.
Leído ese capítulo, ya cogí el relato por la punta.
El libro es un recorrido por la trayectoria de Joaquín Bernadó en el mundo
del toro, conocida por quienes lo trataron de cerca pero no por la gran mayoría
de los aficionados. Personalmente, de chaval, supe de él hojeando revistas de
mediados de los 60 y primeros 70’, El Ruedo y Dígame, y en las fotos lucía
aires de gentleman, de ‘Torero de Tergal’ como lo etiquetó K-Hito. Siempre se
le veía a Joaquín formalmente vestido, con el pelo bien cortado, la raya
marcada, en fin, tenía un aire más de galán de cine que de torero, parecido a
su colega Mario Cabré.
Los años sesenta fueron de hegemonía cordobesista y, para los que entonces
nos iniciábamos en asuntos del toro, sinceramente, era Manuel Benítez “El
Cordobés” quien más nos atraía. Después, por circunstancias, no tuve ocasión de
ver a Joaquín en los ruedos hasta el final de su carrera, en los ochenta. De
manera que no disfruté sus momentos de mayor esplendor pero sí aprecié en la
simpleza de meros detalles un personal estilo, impregnado de refinada torería.
Y he dicho simpleza a sabiendas de que a veces, y no pocas, los detalles
adquieren gran importancia, tanta que simples detalles marcan notables
diferencias entre estilos.
Creo que Bernadó ha sido el último representante en activo de una serie de
toreros que señalaron un estilo en su época y representó un modo de entender la
Tauromaquia en la segunda mitad del siglo XX. Con el paso del tiempo he podido
constatarlo viendo algunas grabaciones en No-Do. A él menos que a otros porque
actuaciones suyas no hay muchas dado que, tal y como refleja el libro, fue un
torero amigo de hacer las Américas y ha recorrido los países con tradición
taurina y algunos otros que no la tenían. De modo que ha toreado tanto o más
fuera de España que aquí. Llegó a anunciarse en Luanda, la capital de Angola.
El concepto al que me refiero y lo hago con nostalgia porque lo echo de
menos pues apenas si se ve hoy en día, superaría al de muchos de los toreros
contemporáneos en casi todo: en conocimiento de la lidia, en técnica,
refinamiento, variedad y elegancia. Como él reconoce en el libro, y estoy de
acuerdo, hoy se torea muy bien. Se ha ganado en limpieza, en profundidad pero
no se expresa el toreo con la naturalidad y la elegancia con que lo hicieron
otros en el pasado, entre los que está incluido Bernadó. La expresión del
toreo, como una buena novela o una buena película de cine, tiene que tener
fondo y forma, y tan importante es la una como el otro.
La línea medular de este libro, ganador de la XIII Fábula Taurina Vicente
Zabala, del Círculo Amigos de la Dinastía Bienvenida, es como digo, un
recorrido por la vida taurina de Joaquín Bernadó, por la espina dorsal de sus
vivencias toreras contadas por él mismo mas, entre las vértebras a modo de
discos amortiguadores como almohadillas literarias, surge a tramos la prosa
ágil, expresiva, descriptiva y rica en figuras estilísticas de Juan González
Soto complementando la narración con citas, situaciones sociales de cada época
concreta de la vida de Bernadó y los escenarios donde acontecen. Y en libro
aparecen nombres tan conocidos como los de Francisco García Pavón, el ya
mencionado K-Hito, Paco Martínez Soria, Carmen de Lirio, Rafael Azcona y otros
más.
Las remembranzas son muchas porque Joaquín Bernadó fue un torero de mucha
actividad, fundamentalmente en las plazas de Barcelona y Madrid y en las casi
300 páginas que tiene el libro se cuenta todo desde el principio, desde que
empezó a gestarse el torero. Por eso Bernadó habla de sus padres, de su afición
al boxeo y el cine, de la Escuela Taurina de Madrid, de sus años como
comentarista taurino en Telemadrid; hay referencias del primero al último de
sus apoderados entre los que se encontraron Manuel del Pozo “Rayito”, Cristóbal
Becerra, Enrique Calleja, Juan Bienvenida y Pepe Teruel. Habla de su cuadrilla,
de su hermano Juan que lo llevó en Rolls Royce de un lado a otro. De Los
toreros, los que fueron amigos dentro y fuera del ruedo o sólo de fuera, caso
de Luis Miguel Dominguín, que tuvo trato cordial con Joaquín pero no le quiso
como competidor en los ruedos.
Cuenta Bernadó que tuvo tres sastres en su carrera, que le hicieron un
pasodoble cuya letra, por llevar algún que otro adjetivo rimbombante, no la encontró
acorde a su carácter tímido y vergonzoso. Relata que viajó y pasó períodos de
tiempo por América, especialmente en México, y llegó a volar en el famoso Super
Constellatión de Iberia, un avión de cuatro hélices que también utilizó
Manolete. En el libro hay anécdotas y curiosidades, teoría taurina, de casi
todo, porque no encontrarán algo que tenga que ver con el apartado de la
privacidad familiar. Ese, forma parte del alma y, ya saben que el alma sólo es
de Dios.
Pero estén seguros de que, cuando lean esta obra, sabrán quien ha sido y es
Joaquín Bernadó en el toreo. Tanto los que nunca lo vieron torear como quienes
sí disfrutaron ese privilegio porque, sinceramente, no creo que pueda
entenderse a Joaquín o cualquier otro torero viendo sólo sus fotos y sus
videos. La comprensión va más allá de lo meramente observable y a ello ayuda
sobremanera lo acopiado en este libro que lleva por título uno casi idéntico al
de un tema instrumental que popularizaron Los Pekenikes, grupo musical de los
60. Se llamó “Hilo de Seda”. Sedosas y limpias son las palabras que emplea
Joaquín en la conversación mantenida con Juan González Soto y este las
entreteje con su brillante prosa dando lugar, no a Tergal, sino a este
recomendable “Hilo de Seda y Oro”.
FOTOGRAFÍAS DE DOLORES DE LARA:
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