Esta semana hemos estado nuevamente en uno de los herraderos que se llevan a cabo en las distintas fincas ganaderas de la provincia de Jaén dedicadas a la crianza del Toro Bravo. El escenario ha sido “Cerropelado”, lugar donde pastan las reses de procedencia Núñez del Cuvillo propiedad de los Herederos de D. Gregorio Garzón Valdenebro.
Un día extremadamente frío debido a esta ola siberiana que estamos padeciendo, donde unas horas antes del inicio del mismo cayó una tromba de agua muy agradecida dado el seco invierno que el campo jienense está padeciendo, perjudicando con ello la principal materia prima de la provincia como es el olivar, mayor exponente representativo de esta tierra igualmente ganadera.
En las tareas de herrado de reses bravas se requiere personal auxiliar que si no especializado, sí con ganas de trabajar y presto a la voz tanto del ganadero como del mayoral, que son normalmente los que dirigen las tareas de marcado de las reses. De vital importancia es la persona encargada de calentar los distintos números, guarismo y marcas de la casa (hierros que identifican tanto a la casa ganadera como a la asociación que pertenecen las mismas), ya que de él depende la celeridad con que sean marcadas para someter al menor stress posible a las reses; ya que en esta misma labor se desarrollan otras labores del mismo modo importantes como son la de vacunación e identificación mediante el marcado en las orejas, donde existe una diferencia entre machos y hembras como es el de dejar los crotales a estas últimas mientras que a los machos se despoja de los mismos previo al corte que tenga designado cada ganadero.
Una vez finalizada la jornada de herrado se procede al desmontaje del calentador y revisar para garantizar que están en perfectas condiciones debido al calentamiento que han sufrido, guardar celosamente el conjunto de hierros para otra nueva jornada o en muchos casos para el año siguiente, donde como es lógico se marcarán en la paletilla con el número dos, haciendo referencia a la última cifra del año de su nacimiento.
Con esta pequeña explicación de lo que es un herradero no pretendo ni mucho menos enseñar y muchos menos a los aficionados conocedores de los mismos, sino que junto a otras explicaciones tanto de parte del señor ganadero, mayoral y veterinario con las que recibieron algunos chavales -nuevos aficionados- que han tenido la oportunidad de asistir a estas labores camperas que no siempre son accesibles para ellos y mucho menos si están en edad escolar, ya que como todos sabemos suelen realizarse en horario lectivo y días laborables, por lo que resulta imposible asistir a las mismas si no lo son en programas y visitas concertadas como algún director de colegio pretende y que como aficionado propondré a algún ganadero de la zona, ya que ha sido una experiencia satisfactoria que he podido comprobar in situ.
Nuevos aficionados he dicho sí, nuevos aficionados que serán la savia nueva que necesita esta Fiesta y que unas veces por el alto precio de las localidades de los festejos, otras porque no resulta lo acaecido en el ruedo de lo más satisfactorio, el caso es que nos estamos quedando sin gente joven que tome ese relevo de vital importancia que esta Fiesta de Toros necesita.
En este caso, han podido vivir y sentir la Fiesta desde las mismísimas entrañas donde nace. Resulta agradable y de lo más confortable como aficionado, decir que ese día ha sido uno de los que mejor he dormido al quedar plenamente convencido de haber aportado algo positivo para la Fiesta; y todo gracias a un ganadero, Iñigo Garzón y su excelente mayoral Luis Morcillo, sin los cuales no podía haberse realizado el milagro.
Milagro sí, milagro. Porque ya me dirán ustedes si no que puede llamarse el que dos jóvenes chavales hagan comentarios como que tal o cual becerro que ha sido herrado y se han quedado con el número, vayan a hacer lo posible por seguir viéndolo en distintas visitas a la finca y que les encantaría estar presentes en la Plaza de Toros donde sea lidiado en su día para conocer todo el proceso de crecimiento hasta su lidia final. Como así del mismo modo asistir cuando estas becerras que han sido herradas, sean lidiadas por el matador de turno y medida su bravura ante el caballo en la denominada “tienta”; donde la hembra se juega ser desechada o seguir disfrutando del campo para dar nueva y renovada sangre acompañada de un “elegido” Toro Bravo.
Pero aún me parece más llamativo que al finalizar el herradero y tertulia que suele producirse en la comida que ofrece el señor ganadero, estos jóvenes chavales pretendan y así fueron congratulados, a recorrer los distintos cercados para ayudar al mayoral a repartir el pienso en los comederos, donde llegando a escuchar el respirar de los mayores ejemplares de la finca, becerros en su día como los que han visto herrar y ya hoy convertidos en Toros, aguardan el día que serán embarcados para emprender el viaje que les llevará a una Plaza de Toros, a la Feria de cualquier localidad de nuestra España para demostrar, haciendo honor a su linaje que un día de invierno los marcó a fuego, la sangre y bravura que poseen; donde hasta es posible en una calurosa tarde de verano, por el beneplácito de un público que ha examinado minuciosamente todos sus actos desde su salida de toriles, para después ver como toma el capote, como es su embestida al caballo de picar y que aún sintiendo el hierro que pretende ahormarlo, repite en varias ocasiones demostrando su poderío, diciendo que es el “rey”; en definitiva demostrando su casta y bravura para finalmente en la muleta seguir demostrando con su comportamiento que es digno de perdón, un perdón ganado a ley que le permite volver con vida a su casa, a la propia dehesa que le vio nacer, a ese lugar donde volverá a escuchar esa voz del mayoral que reconocen como amiga y lo más importante, acompañado de una “punta” de vacas a las cuales fecundará con esa bravura ganada en el ruedo. Así de ¿cruel?, es nuestra querida y singular Fiesta.
Amigos, estos milagros también son fruto de nuestra Fiesta, no niego que se produzcan en general; pero en esta ocasión ha sido en Jaén, tierra de Toros por excelencia en Andalucía; y todo gracias al ganadero Iñigo Garzón, casa ganadera donde del mismo modo he podido comprobar la “dulzura” de sus becerras en algún que otro tentadero, dulce bravura la de esta ganadería y que llegada la primavera tendré la oportunidad de volver a sentir, porque el toreo entre otras cosas es sentimiento, no puede ser de otra manera, de lo contrario estaríamos hablando de cualquier otra cosa.
Espero que este relato, -mitad milagro y mitad poético- salido del alma y a compás de “martinete” gracias a la música flamenca que emite on line “Flamenco Radio” que escucho mientras escribo, sirva para beneficio de esta querida Fiesta nuestra. De mi parte se han sumado dos nuevos aficionados, uno de ellos al mundo del rejoneo. Quedo me satisfecho por un día.
Portada del bonito cortijo
Bella vista de un dia de invierno
El patio de los naranjos
Preparando el calentador de los hierros
Los hierros en orden
Las reses preparadas en la manga de acceso al cajón de herrado
Calentando los hierros
Recibiendo el hierro caliente
Res preparada para su herrado
Junto al mayoral poniendo uno de los hierros
Otro aficionado pone la marca de la casa
El hierro de la Asociación
Una de las reses herrada
Saliendo del cajón "Registro Civil"
Retomando la libertad
El señor "Notario", veterinario tomando nota
Momentos de yantar y tertulia
Bella estampa de una parte de la finca
El mayoral reparte el pienso
El nuevo aficionado emula al mayoral
Unos ayudantes de lujo
Dispuestos para ser lidiados este año
Sr. Don José Cisneros, este Veterinario se llama D. Enrique Segura. Paisano mío, este es de mi localidad Castellar de Jaén. Buena gente y sobre todo muy prudente.
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