martes, 1 de noviembre de 2011

El G-10, José Tomás, la tele y la mamá de Tarzán

La vida no para de sorprender a uno. Ahora resulta que los chicos “Ges” han tomado la determinación de arreglar el pitote de la televisión. Ya parecen cansados de que el empresario decida, actúe y cobre por ellos, que se tienen que conformar con lo que les den y suponer a priori que va a haber buena fe por parte de la tele y el empresariado. Vamos, algo muy parecido a lo que en su día reclamó y sigue manteniendo José Tomás, apoyado en su momento por Joselito y secundado por Esplá, casi a costa de costarle su carrera.


Ahora resulta que estos maestros se nos han puesto una vez más reivindicativos y, años después, han decidido meterle mano a la tele. Que no digo yo que no tengan razón, que seguro que la tienen, pero después de lo que ha llovido, de lo que se ha oído y de los reproches que se han hecho, podemos decirles que “a buenas horas, mangas verdes”. Y estando en posesión de la razón, lo que a lo mejor no han elegido bien es el momento de exigir lo que creen que les corresponde. En un momento en que la fiesta de los toros no pasa por uno de sus mejores momentos, quizás uno de los peores, tanto en cuanto a aceptación social, como a la calidad e interés del espectáculo, a lo que además hay que añadir la coartada que supone la crisis. En nombre de esta crisis se pueden cometer todos los atropellos que podamos imaginar y que en otras circunstancias nadie se atrevería.

Resulta que esta circunstancia parece haber disparado las alarmas en el canal taurino de la tele oficial y oficialista de las ferias y que incluso se plantea hasta su posible desaparición. Ignoro si este puede ser el motivo que origina tal hecho, pero ¿quién nos dice que esto pueda ser una simple excusa? Hasta podría servir como cortina de humo y ocultar un posible fracaso del canal o simplemente una rentabilidad muy por debajo de las expectativas iniciales. Sería una pena, porque a pesar de los locutores y comentaristas, no se puede negar el bien que hace a la fiesta y sobre todo al maltratado aficionado.

Lo que yo me pregunto es qué les ha hecho cambiar de opinión a los mandones del toreo y pasar de un colaboracionismo empalagoso con la tele a un posible plante a las cámaras. Igual se nos han envalentonado después del éxito en las gestiones para pasar a Cultura, aunque puede que no se hayan parado a pensar en la diferencia entre una y otra empresa. Por un lado, a los señores políticos les importa bastante poco esto de la tauromaquia y si los señores toreros quieren cambiar de ministerio y no cuesta dinero, pues se cambia, como si quieren que a partir de ahora se les llame señores artistas, ¿qué más da? Que con su pan se lo coman. Pero lo de las corridas televisadas es otra cosa. Ahí se le toca el bolsillo a demasiada gente, que además coincide que son de los que más poder tienen en este tinglado; después de la mamá de Tarzán, por supuesto.

Resulta que van y le dicen a los señores empresarios que a partir de ahora no van a ganar tanto con la tele como antes y a los señores de la tele que lo mismo que antes costaba cuatro, ahora será cuatro y un pellizquito más. Y los unos y los otros vuelven la mirada al que paga, para ver si se encarecen un poquito más el precio de las entradas. O sea, lo de siempre. Tres discuten y paga un cuarto, ese que no puede, ni debe protestar, al que se le respeta con pulcritud su sacrazo derecho, el pagar y callar. Para que luego digan que no son mirados estos señores.

Lo que a mi me gustaría oír ahora es la opinión de todos aquellos que se despacharon a gusto con José Tomás, que con tele o sin tele, es él único que todavía llena las plazas con solo poner su nombre en los carteles. Les aplicamos a los “Ges” la misma teoría, esa que decía que el que no quería ser televisado era para que no se vieran sus carencias, ni los torillos que mataba, ni para tener que enfrentarse a los sumos pontífices del toreo del s. XXI. Ellos que han hecho del cemento un actor más de la fiesta, que han institucionalizado la bobona chocha desmochada y descastada y que procuran no molestarse entre ellos, no vaya a ser que alguien se enfade. Ellos que se creen capaces de todo, como si fueran la mamá de Tarzán repartiendo justicia, sabiduría y besos repetidos, como las abuelas. Veremos, o no, en que queda todo esto de los toros en la tele y si en el tan cacareado canal de toros veinticuatro horas nos pondrán las ferias más importantes o toda la serie de Tarzán de los Monos, el rey de la jungla.

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