Hay un poema
de Juana de Ibarbourou que dice en unos párrafos de la higuera:
En las
primaveras, todos los árboles se cubren de flores en torno a la higuera y la
pobre parece tan triste con sus gajos torcidos que nunca de apretados capullos
se viste.
Es verdad,
la higuera pasa una primavera triste, su fruto, que no es ni más ni menos que
sus flores, llegan a su esplendor cuando el resto de árboles dejan de dar los
suyos, es en el rudo y ardiente agosto cuando ofrece su flor, cuando ofrece ese
fruto dulce, sensual y tan femenino.
En el Patio
de Cuadrillas del Coso de Santa Margarita de la Ciudad minera de Linares hay
una higuera, la higuera más torera que existe en el mundo. Bajo sus hojas y su
sombra ofrece su fruto llegado San Agustín, un lugar donde se colocan unas
sillas soldadas de hierro que a buen seguro son de las que dieron su descanso a
tanta gente en el ruedo de la Plaza cuando antaño se ofrecía el tan popular cine
de verano.
Bajo la
higuera las mañanas de esos días preámbulos a las grandes Tardes de Toros en
Honor a San Agustín dentro de lo que es la Real Feria de Linares, nos juntamos
los aficionados a los Toros y compartimos opiniones sobre los carteles, toreros,
la importancia de esta gran Feria Taurina que fue santo y seña hace unos pocos
años de toda la provincia de Jaén y buena parte de Andalucía.
Este año, el
Coso de Santa Margarita cumplirá 150 años, del mismo modo verificará sus 69
años de la efeméride más importante a la vez que trágica, la muerte del “monstruo”
de Córdoba, Manuel Rodríguez “Manolete”.
Pero
volvamos con nuestra fiel amiga, esa higuera que me pregunto si sería testigo
de aquella fatídica tarde y saludara al diestro cordobés cuando hiciera acto de
presencia en ese bonito Patio de Cuadrillas donde anochecido, deja de dar
sombra nuestra higuera para envolver con su aroma el bonito Patio ese jazmín
que observa y calla cuando se lían las cuadrillas a su vuelta y saluda a las
cuadrillas que no han tenido suerte de alcanzar la Puerta Grande.
¡Cuántas
mentiras habrás escuchado bajo tu sombra!, comentaba un grandioso profesional
de la tierra ¡Cuantas toreras conversaciones habrás escuchado las mañanas de
Toros!, mientras unos esperan a las cuadrillas llegar al sorteo, otros, sus
acreditaciones para comentar en los distintos medios las noticias de lo que
ocurra en esa plomiza arena, arena de las minas de Linares que cubre su más que
centenario coso. Y ella, impasible, saludando con sus hojas que mueve la brisa
del poco viento en este sediento mes, cumpliendo con el rito año tras año,
escucha atenta, enmudecida, pero alegre de que un año más, aficionados a los
toros vayan a visitarla, a disfrutar de su sombra y del fruto que ofrece al
visitante mientras espera ansiosa unas horas para ver llegar a esos hombres
especiales, envueltos en seda y oro en una tarde ardiente y sensual, de amores
y desamores, de triunfos y de fracasos, de quietud y de arte, Tardes de Toros
que del mismo modo pueden convertirse en alegrías y tristezas, en la peor tarde
que pueda sentir un ser humano, pero esto es algo que ni el jazmín ni la
higuera verán jamás, por eso lucen tan viriles, tan mágicos y esplendorosos, dando
año tras año ese color y ese olor tan Torero a ese Patio de Cuadrillas de la
Plaza de Toros de Linares.
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