Repasando la filmografía
taurina, me viene al magín bonitos recuerdos de infancia, cuando en Linares
había cines al aire libre e íbamos los amigos (los mejores: Paco Gázquez,
Miguel Palomares y, el pelirrojo, Guillermo) o en familia, a ver películas de
todos los géneros: de romanos, del Oeste, de “espadachines”, de aventuras y,
por supuesto, de temática taurina, que eran mis preferidas.
Por
proximidad a mi casa, en la calle General Espartero , era asiduo del cine de
la Plaza de Toros donde, al anochecer, se proyectaban hasta tres películas
(No-Do incluido) al precio de dos cincuenta pesetas (moneda acuñada por
entonces). Se llegaba con la suficiente antelación para poder jugar por los
tendidos y palcos antes de comenzar la sesión. Por ser más cara la entrada, en el
momento propicio, intentábamos “saltar” - burlando la vigilancia del acomodador
- a “las sillas” (de anea) que se distribuían por el ruedo. De permitirlo el
peculio, en el selecto ambigú, se hacía provisión de pipas, chicles y, como
cosa extraordinaria, algún refresco (la Mirinda,
gustaba mucho) o gaseosa de “bola” de distintos sabores, especialmente buena la
de fresa. Caso contrario, de estar “caninos” y a perra gorda, nos pegábamos en
los botijos de “Pepa la de los globos”,
una “panzá” de agua.
En su
pantalla ubicada en el “tendido 2”
y que se desmontaba los días de corrida, vimos “Nuevo en esta plaza”,
celuloide autobiográfico con Sebastián “Palomo Linares” de protagonista,
dirigido en 1966 por Pedro Lazaga. Para rodar escenas toreando, se filmó en el
coso de Santa Margarita, una soleada y fría mañana de invierno. Con nueve años
y abrigo, fui figurante entre el público que se dio cita para la ocasión.
En el cine
España - que estaba enfrente del Ayuntamiento - presencié “Tarde de
toros” (1955) magnífico largometraje del director húngaro Ladislao
Vajda, interpretado por los matadores de toros Domingo Ortega, Antonio
Bienvenida y Enrique Vera. También, en el Roselly - que tenía cómodos asientos
metálicos abatibles - sito en el Paseo de Linarejos, se proyectó la última de
las cuatro versiones que se han hecho de “Currito de la Cruz”
(1965), con Manuel Cano “El Pireo”, en el papel principal. Asimismo,
visitábamos otros locales de exhibición como el cine Córdoba, en la calle El Agua.
También, el Belén Cinema - al que llamaban “cine mosquito” por la abundancia de
estos insectos, sufriendo sus irritantes picaduras - que se hallaba en la
carretera de Baños. Por último, citar el Terraza Palacio, con entrada
por la calle Sagunto ,
que ocupaba toda la manzana de la antigua casa solariega de los marqueses de
Linares. En todos ellos, se pusieron en cartelera filmes como: “Aprendiendo
a morir” (1962), con
Manuel Benítez “El Cordobés” encabezando reparto; “El Litri y su sombra”,
haciendo Miguel Báez Espuny “Litri” el rol protagónico; “La becerrada”, rodada en la localidad jienense de
Sabiote, y “El Niño de las Monjas”, entre otros
muchos.
Al evocar
los desaparecidos cines “de verano”, inevitablemente, me asalta la nostalgia de
entrañables remembranzas de la niñez.
Salvador
Santoro
(Columnista
taurino)
· Nota bene.- Publicado el día 22 de julio de 2015, en la página
Web: http://jaentaurino.com,
que edita y dirige José Luis Marín Weil .
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