Nacido en Santa Marina, pronto hizo mella en él la
torería del barrio, siendo el toro desde entonces el eje de su vida. Inicia sus
pasos junto al “Chicharra” de San Cayetano y “El Gallego” de Santa Marina.
Tomar su familia en arrendamiento, como residencia, unas habitaciones junto a
la herrería del padre de José María Martorell, le lleva a su amistad con el
torero, siendo “El Pitu” su mentor por primera vez ante una res, en una capea
de la localidad jiennense de Lopera. De joven, siempre gustó de amistades
mayores que él, las que solían interpelarle: -¿pero tu donde vas “Pituso”?- de
ahí su apodo. Junto a Manolo “Zurito”, Antonio Rubio, “Chocolate” o Cristóbal
Sánchez Contreras, y la mayoría de los aficionados de entonces, frecuenta
capeas y tentaderos por las dehesas cordobesas y actúa en varias ocasiones en
las nocturnas del “Coso de los Tejares”. Al hacer “Rafalito Lagartijo” junto a
su tío “Manolete” campañas de invierno por tierras salmantinas, decide escapar
también a Salamanca, donde orientado por Rafael, consigue soltura ante las
reses y varias actuaciones como novillero en Salamanca y pueblos
limítrofes. Finalmente tras muchas vicisitudes
como torero errante, consigue abrirse paso como subalterno, escalafón donde
alcanzó nombre y afecto entre los taurinos. Como tal militó junto a casi todos
los novilleros y matadores de su tiempo, sobre todo junto a Manuel Cano “El
Pireo”, Fernando Tortosa y “El Hencho”, entre otros. Afortunado en los juegos
de azar en varias ocasiones, no dudó en ayudar en su carrera a muchos toreros,
tanto paisanos como foráneos; entre ellos Pepín Fernández, Rafael Gago, Curro
Fernández “El Coli”, Santy Heredia o Fermín Vioque. En la Pensión que regentaba
su compañera sentimental, junto a la madrileña plaza de Santa Ana, siempre
acogió a los aficionados y toreros que solicitaron su ayuda. Amante también del
mundo flamenco, tenía su pellizco y gracia interpretando los cantes, sobre todo
los de Córdoba, y vivió noches flamencas junto a Vallejo, Porrinas, Marchena y
otros muchos artistas de su tiempo. Alcanzado por un vehículo cuando circulaba
en un ciclomotor, bajando de la sierra cordobesa, sufrió importantes lesiones
que mermaron mucho sus facultades en sus últimos años. Había nacido en Córdoba,
el 28 de junio de 1928, y en injusto e
inmerecido anonimato, falleció el pasado 10 de julio de 2015, en su tierra
natal, sin que sus muchísimos amigos
pudieran dedicarle sus últimas muestras de afecto. Desde aquí nuestra más
sincera condolencia a sus familiares y amigos. Descanse en paz “El Pitu”.
Domingo Echevarría
No hay comentarios:
Publicar un comentario