Ruiz Miguel, Dámaso González, los Campuzano, Víctor Mendes, Esplá…han
dejado un hueco que nadie sabe llenar. Me hubiera gustado verlos ayer
con los fieros toros de Don Victorino. Seguro que el resultado final de
la corrida hubiera sido muy otro. Queda claro que la ganadería de Victorino Martín sigue siendo la mejor. Es la mejor desde hace cuarenta años, y los otros ganaderos ¡a chupar rueda!
¡QUE DIOS TE LIBRE DE UN TORO BRAVO!
- Está claro que los toreros y los taurinos detestan al toro de casta porque les hace pasar miedo y deja al aire sus vergüenzas. Pero este es el toro que llena de emoción al aficionado y hace de la Fiesta Nacional un acontecimiento incomparable
Domingo Delgado de la Cámara / Fotografías de Andrew Moore
El
otro día me quejaba yo de la perdida de casta y fiereza, incluso en las
ganaderías más enrazadas. Decía que todos los ganaderos han suavizado
sus ganaderías, incluido Victorino, para satisfacer a los toreros y los
gustos almibarados de los públicos más cursis. Pues bien, ayer Victorino
lidió una corrida de toros que destacó precisamente por su fiereza.
Lidió una corrida que vendió muy cara su piel. Una corrida que satisfizo
enormemente a los aficionados pero que horrorizó a toreros, taurinos y
prensa satélite. Está claro que los toreros y los taurinos detestan al
toro de casta porque les hace pasar miedo y deja al aire sus vergüenzas.
Pero este es el toro que llena de emoción al aficionado y hace de la
Fiesta Nacional un acontecimiento incomparable. Sí que es cierto que
fueron aplaudidos en el arrastre toros que habían manseado en los
primeros tercios y que habían tenido mucho sentido en la muleta. Yo
comprendo estos aplausos, son la compensación a tantísimas tardes de
aburrimiento propiciadas por el toro babosa. Antes de entrar en
cualquier otra consideración, el toro tiene que causar miedo por su
instinto agresivo. Cuando en el tendido no se tiene sensación de
peligro, algo está fallando. Está fallando la emoción, elemento esencial
de la Fiesta Nacional, y que tantas tardes se echa de menos. Ayer no se
aburrió nadie, con toros con esa movilidad y esa agresividad es
imposible aburrirse. Y aunque no hubo triunfos, el público lo pasó en
grande. Este es el camino a seguir, y no el del toro parado y la gente
bostezando en el tendido.
Victorino lidió un toro excepcional, el tercero de la tarde: “Vengativo”, número 27, cárdeno y de 526 kilos de peso. Se
comió al caballo en los dos puyazos que tomó y llegó a la muleta hecho
un brazo de mar. Muy repetidor y agresivo. Tal era su repetición y
agresividad que desbordó a Alberto Aguilar.
Eso sí, este toro
hubiera desbordado al lucero del alba. Sinceramente pienso que en este
momento sólo hay dos toreros capaces de poder con semejante fiera: el
señor Julián López y el señor Miguel Ángel Perera. Y nadie más. El resto
no hubiera estado mejor de lo que estuvo Alberto Aguilar.
Para poder con este toro era imprescindible un valor descomunal y una
técnica impecable. Había que echar la muleta al hocico y llevar muy
largo y muy por abajo la embestida del toro, y sin quitar la muleta de
la cara, ligar el muletazo. Esto es muy fácil de decir en el tendido
pero muy difícil de llevarlo a cabo en la arena. Da mucho miedo llevar
la embestida de un toro tan fiero hasta el final. Te ves cogido. Y
también es muy duro dejar la muleta en la cara para ligar el muletazo
siguiente. Ves que no te escapas. Sin embargo, es la única receta para
poder con un toro tan agresivo. Paradójicamente el instinto te empuja a
quitar la muleta de la cara y perder pasos. Y esta es la mejor manera de
que el toro te desborde y se haga el amo. Eso ocurrió exactamente.
Aguilar no se decidió a llevar al toro hasta el final ni a bajarle
completamente la mano, el toro le fue comiendo terreno y el final de la
faena ya fue totalmente a la carrera y con el torero en desbandada. El
toro impuso su ley.
Además, el encaste saltillo no regala las embestidas. Mientras el toro de Parladé, pasa tontamente, el toro de Saltillo
no. Hay que tirar de él. Cuando se sabe tirar de él, el toro rompe a
bueno y acaba regalando unas embestidas extraordinarias por largas,
humilladas y templadas. Sin embargo, cuando no se tira de la embestida,
el toro de Saltillo desarrolla sentido con mucha rapidez y termina
poniéndose imposible. Así terminó la lidia de este tercero.
Si Aguilar
le hubiera tragado en las dos primeras series, el toro hubiera roto en
sensacional. Como no le tragó, el toro terminó subiéndose a la chepa del
torero. Después de dos pinchazos y una estocada, Aguilar pasó a la
enfermería con un puntazo y diversas contusiones. Al toro se le aplaudió
mucho en el arrastre pero nadie pidió la vuelta al ruedo, yo se la
hubiera dado. No todos los días salen toros tan bravos. Estoy hablando
de bravura fiera, de auténtica bravura, que poco tiene que ver con esa
suavidad ingenua tan del gusto del torero. Este “Vengativo” me recordó a
“Bravío” o a “Barrenero”, dos toros de esa misma sangre que desbordaron
hace casi un siglo a Saleri II y a Rodolfo Gaona. Ya lo dijo Belmonte:
¡Qué Dios te libre de un toro bravo! Es cierto, cuando sale un toro
bravo, es muy difícil poder con él. Hay que tener una técnica perfecta y
un valor rayano en la inmolación para jugársela con un toro así, que es
una fuerza desatada de la naturaleza. En mi gusto personal “Vegativo”
ha desbancado al buen “Cartuchero” como toro más bravo de la feria. El
sexto se quiso quitar el palo y tuvo mucho sentido en el último tercio,
Aguilar, visiblemente desencantado, optó por quitárselo de delante
rápidamente, pero no lo logró tan pronto, prodigó muchos pinchazos,
estuvo muy mal con el acero.
Uceda se
encontró en primer lugar con un toro bravo en el caballo y que embistió
muy bien a la muleta. Fue el toro más fácil del encierro. Por el pitón
derecho embestía largo y con cadencia, por el izquierdo no era tan
bueno. En realidad nos quedamos con la duda, porque Uceda nunca se
decidió a bajar la mano con la zurda, ni a llevarle largo, y el toro de
Victorino a media altura no quiere nada. Tampoco aprovechó Uceda al toro
por el pitón derecho por el que era muy bueno. Faena deslavazada sin
acople ninguno y sin confiarse nunca. En el cuarto, ya con ambiente de
psicosis en el ruedo, dejó que machacaran al toro en el caballo. El toro
fue bravo en el primer tercio y fue noble en la muleta. Lo que sucedió
es que le habían reventado en el caballo. Uceda estuvo mucho rato
tirando líneas sin ninguna gana de torear. Por no estar lucido, no lo
estuvo ni con el estoque. Con Uceda siempre pasa igual, está estancado
en la segunda fila porque después de una buena tarde, tiene otra tan
mala como la de ayer. Y así es imposible. Tuvo que estar mejor con el
lote menos exigente de la exigentísima corrida de Don Victorino Martín.
El lote que menos me gustó fue el de Antonio Ferrera.
A su primero, Ferrera le dio honores de toro bravo cuando no lo era. Le
puso muy lejos en el caballo, pero el toro se salió suelto. Sin
embargo, fue bastante mejor en la muleta de lo que Ferrera se empeñó en
hacernos ver. Cuando se equivocó y le dejó la muleta en la cara, el toro
tomó bien el engaño y repitió la embestida...Fue la típica faena
insoportable de Ferrera: quitando la muleta de la cara del toro,
perdiendo mil pasos de modo innecesario y dando mil tironazos. El toreo
movido de las capeas llevado a las plazas de palcos. El quinto pegó
muchos cabezazos en el peto y llegó a la muleta con mucho sentido.
Ferrera no pudo con él. Los doblones que prodigó fueron del todo
ineficaces. Para que un doblón sea eficaz hay que andar hacia adelante,
meterse en los riñones, destroncar la embestida. Los doblones a la
carrera y perdiendo pasos, hacen que el toro se crezca, no reducen al
toro. Así fueron los ineficaces doblones de Ferrera. Mató al toro a
disgustos. Cuando después de un bajonazo, el toro se tumbó, el
puntillero Manolo Rubio,
fue a apuntillar al toro por delante. Se veía venir, con una velocidad
de lince el toro se incorporó propinando a Rubio una espeluznante
voltereta que ha tenido como consecuencia una cornada de quince
centímetros que contusiona el recto y la uretra. En casos como éste, lo
aconsejable es apuntillar desde detrás. Últimamente, a la crítica le ha
dado por decir que Ferrera es un maestro consumado. Visto lo visto, lo
de maestro le viene demasiado grande. En estos momentos se echa en falta
una baraja de buenos toreros de corrida dura. Ruiz Miguel, Dámaso González, los Campuzano, Víctor Mendes, Esplá…han
dejado un hueco que nadie sabe llenar. Me hubiera gustado verlos ayer
con los fieros toros de Don Victorino. Seguro que el resultado final de
la corrida hubiera sido muy otro. Queda claro que la ganadería de Victorino Martín sigue siendo la mejor. Es la mejor desde hace cuarenta años, y los otros ganaderos ¡a chupar rueda!
Cuando después de un bajonazo, el toro se tumbó, el puntillero Manolo Rubio, fue a apuntillar al toro por delante.
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