sábado, 7 de junio de 2014

¡QUE DIOS TE LIBRE DE UN TORO BRAVO! / Por Domingo Delgado de la Cámara / Fotos de Andrew Moore

 
Ruiz Miguel, Dámaso González, los Campuzano, Víctor Mendes, Esplá…han dejado un hueco que nadie sabe llenar. Me hubiera gustado verlos ayer con los fieros toros de Don Victorino. Seguro que el resultado final de la corrida hubiera sido muy otro. Queda claro que la ganadería de Victorino Martín sigue siendo la mejor. Es la mejor desde hace cuarenta años, y los otros ganaderos ¡a chupar rueda!

¡QUE DIOS TE LIBRE DE UN TORO BRAVO!
  • Está claro que los toreros y los taurinos detestan al toro de casta porque les hace pasar miedo y deja al aire sus vergüenzas. Pero este es el toro que llena de emoción al aficionado y hace de la Fiesta Nacional un acontecimiento incomparable

Domingo Delgado de la Cámara / Fotografías de Andrew Moore
El otro día me quejaba yo de la perdida de casta y fiereza, incluso en las ganaderías más enrazadas. Decía que todos los ganaderos han suavizado sus ganaderías, incluido Victorino, para satisfacer a los toreros y los gustos almibarados de los públicos más cursis. Pues bien, ayer Victorino lidió una corrida de toros que destacó precisamente por su fiereza. Lidió una corrida que vendió muy cara su piel. Una corrida que satisfizo enormemente a los aficionados pero que horrorizó a toreros, taurinos y prensa satélite. Está claro que los toreros y los taurinos detestan al toro de casta porque les hace pasar miedo y deja al aire sus vergüenzas. Pero este es el toro que llena de emoción al aficionado y hace de la Fiesta Nacional un acontecimiento incomparable. Sí que es cierto que fueron aplaudidos en el arrastre toros que habían manseado en los primeros tercios y que habían tenido mucho sentido en la muleta. Yo comprendo estos aplausos, son la compensación a tantísimas tardes de aburrimiento propiciadas por el toro babosa. Antes de entrar en cualquier otra consideración, el toro tiene que causar miedo por su instinto agresivo. Cuando en el tendido no se tiene sensación de peligro, algo está fallando. Está fallando la emoción, elemento esencial de la Fiesta Nacional, y que tantas tardes se echa de menos. Ayer no se aburrió nadie, con toros con esa movilidad y esa agresividad es imposible aburrirse. Y aunque no hubo triunfos, el público lo pasó en grande. Este es el camino a seguir, y no el del toro parado y la gente bostezando en el tendido. 
Victorino lidió un toro excepcional, el tercero de la tarde: “Vengativo”, número 27, cárdeno y de 526 kilos de peso. Se comió al caballo en los dos puyazos que tomó y llegó a la muleta hecho un brazo de mar. Muy repetidor y agresivo. Tal era su repetición y agresividad que desbordó a Alberto Aguilar. 
Eso sí, este toro hubiera desbordado al lucero del alba. Sinceramente pienso que en este momento sólo hay dos toreros capaces de poder con semejante fiera: el señor Julián López y el señor Miguel Ángel Perera. Y nadie más. El resto no hubiera estado mejor de lo que estuvo Alberto Aguilar. Para poder con este toro era imprescindible un valor descomunal y una técnica impecable. Había que echar la muleta al hocico y llevar muy largo y muy por abajo la embestida del toro, y sin quitar la muleta de la cara, ligar el muletazo. Esto es muy fácil de decir en el tendido pero muy difícil de llevarlo a cabo en la arena. Da mucho miedo llevar la embestida de un toro tan fiero hasta el final. Te ves cogido. Y también es muy duro dejar la muleta en la cara para ligar el muletazo siguiente. Ves que no te escapas. Sin embargo, es la única receta para poder con un toro tan agresivo. Paradójicamente el instinto te empuja a quitar la muleta de la cara y perder pasos. Y esta es la mejor manera de que el toro te desborde y se haga el amo. Eso ocurrió exactamente. Aguilar no se decidió a llevar al toro hasta el final ni a bajarle completamente la mano, el toro le fue comiendo terreno y el final de la faena ya fue totalmente a la carrera y con el torero en desbandada. El toro impuso su ley.
Además, el encaste saltillo no regala las embestidas. Mientras el toro de Parladé, pasa tontamente, el toro de Saltillo no. Hay que tirar de él. Cuando se sabe tirar de él, el toro rompe a bueno y acaba regalando unas embestidas extraordinarias por largas, humilladas y templadas. Sin embargo, cuando no se tira de la embestida, el toro de Saltillo desarrolla sentido con mucha rapidez y termina poniéndose imposible. Así terminó la lidia de este tercero. 

Si Aguilar le hubiera tragado en las dos primeras series, el toro hubiera roto en sensacional. Como no le tragó, el toro terminó subiéndose a la chepa del torero. Después de dos pinchazos y una estocada, Aguilar pasó a la enfermería con un puntazo y diversas contusiones. Al toro se le aplaudió mucho en el arrastre pero nadie pidió la vuelta al ruedo, yo se la hubiera dado. No todos los días salen toros tan bravos. Estoy hablando de bravura fiera, de auténtica bravura, que poco tiene que ver con esa suavidad ingenua tan del gusto del torero. Este “Vengativo” me recordó a “Bravío” o a “Barrenero”, dos toros de esa misma sangre que desbordaron hace casi un siglo a Saleri II y a Rodolfo Gaona. Ya lo dijo Belmonte: ¡Qué Dios te libre de un toro bravo! Es cierto, cuando sale un toro bravo, es muy difícil  poder con él. Hay que tener una técnica perfecta y un valor rayano en la inmolación para jugársela con un toro así, que es una fuerza desatada de la naturaleza. En mi gusto personal “Vegativo” ha desbancado al buen “Cartuchero” como toro más bravo de la feria. El sexto se quiso quitar el palo y tuvo mucho sentido en el último tercio, Aguilar, visiblemente desencantado, optó por quitárselo de delante rápidamente, pero no lo logró tan pronto, prodigó muchos pinchazos, estuvo muy mal con el acero.
Uceda se encontró en primer lugar con un toro bravo en el caballo y que embistió muy bien a la muleta. Fue el toro más fácil del encierro. Por el pitón derecho embestía largo y con cadencia, por el izquierdo no era tan bueno. En realidad nos quedamos con la duda, porque Uceda nunca se decidió a bajar la mano con la zurda, ni a llevarle largo, y el toro de Victorino a media altura no quiere nada. Tampoco aprovechó Uceda al toro por el pitón derecho por el que era muy bueno. Faena deslavazada sin acople ninguno y sin confiarse nunca. En el cuarto, ya con ambiente de psicosis en el ruedo, dejó que machacaran al toro en el caballo. El toro fue bravo en el primer tercio y fue noble en la muleta. Lo que sucedió es que le habían reventado en el caballo. Uceda estuvo mucho rato tirando líneas sin ninguna gana de torear. Por no estar lucido, no lo estuvo ni con el estoque. Con Uceda siempre pasa igual, está estancado en la segunda fila porque después de una buena tarde, tiene otra tan mala como la de ayer. Y así es imposible. Tuvo que estar mejor con el lote menos exigente de la exigentísima corrida de Don Victorino Martín.

El lote que menos me gustó fue el de Antonio Ferrera. A su primero, Ferrera le dio honores de toro bravo cuando no lo era. Le puso muy lejos en el caballo, pero el toro se salió suelto. Sin embargo, fue bastante mejor en la muleta de lo que Ferrera se empeñó en hacernos ver. Cuando se equivocó y le dejó la muleta en la cara, el toro tomó bien el engaño y repitió la embestida...Fue la típica faena insoportable de Ferrera: quitando la muleta de la cara del toro, perdiendo mil pasos de modo innecesario y dando mil tironazos. El toreo movido de las capeas llevado a las plazas de palcos. El quinto pegó muchos cabezazos en el peto y llegó a la muleta con mucho sentido. Ferrera no pudo con él. Los doblones que prodigó fueron del todo ineficaces. Para que un doblón sea eficaz hay que andar hacia adelante, meterse en los riñones, destroncar la embestida. Los doblones a la carrera y perdiendo pasos, hacen que el toro se crezca, no reducen al toro. Así fueron los ineficaces doblones de Ferrera. Mató al toro a disgustos. Cuando después de un bajonazo, el toro se tumbó, el puntillero Manolo Rubio, fue a apuntillar al toro por delante. Se veía venir, con una velocidad de lince el toro  se incorporó propinando a Rubio una espeluznante voltereta que ha tenido como consecuencia una cornada de quince centímetros que contusiona el recto y la uretra. En casos como éste, lo aconsejable es apuntillar desde detrás. Últimamente, a la crítica le ha dado por decir que Ferrera es un maestro consumado. Visto lo visto, lo de maestro le viene demasiado grande. En estos momentos se echa en falta una baraja de buenos toreros de corrida dura. Ruiz Miguel, Dámaso González, los Campuzano, Víctor  Mendes, Esplá…han dejado un hueco que nadie sabe llenar. Me hubiera gustado verlos ayer con los fieros toros de Don Victorino. Seguro que el resultado final de la corrida hubiera sido muy otro. Queda claro que la ganadería de Victorino Martín sigue siendo la mejor. Es la mejor desde hace cuarenta años, y los otros ganaderos ¡a chupar rueda!

















Cuando después de un bajonazo, el toro se tumbó, el puntillero Manolo Rubio, fue a apuntillar al toro por delante.

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